Un grano de arena en el espacio

Un grano de arena en el espacio

Bienal de Cuenca

13 de febrero - abril 2019

Cuenca (Ecuador)

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Artistat: Lúa Coderch, Gabriela Fabre, Cristina Garrido, Pere Llobera, Roberto Novoa, Paúl Rosero Contreras, Pedro Torres y Pep Vidal.


Comisariado por Pily Estrada y Beatriz Escudero



UN GRANO DE ARENA EN EL ESPACIO

CORRESPONDENCIAS A SEIS HUSOS HORARIOS, QUE A VECES SON SIETE




El mundo: un grano de polvo en el espacio

La ciencia de los hombres: palabra

Los pueblos, los animales y las flores

De los siete climas son sombras de la nada.


Extracto de la canción Viejo Mundo  de Camarón de la Isla.

Compuesta por José María López Sanfeliu en

base al poema homónimo del matemático,

astrónomo y poeta persa Omar Jayam

(1048 — 1131 Nishapur, el actual Irán).



La distancia entre Cuenca (Ecuador) y Barcelona (España) es de 9.482 km. La diferencia horaria entre

Ecuador y España es variable. Situados a seis husos horarios de distancia, durante la dictadura de

Franco se decidió dejar de usar el meridiano de Greenwich y acoger el GMT + 1 correspondiente al

huso horario de sus aliados, la Alemania nazi y la Italia de Mussolini. Además, durante los meses

estivales, España se distancia una hora más de Ecuador al acoger el horario de verano, otra

convención que estamos a punto de dejar atrás (en verano de 2019, parece ser que será la última

vez que los países europeos acogen este horario). Sobre unos condicionantes físicos y geográficos

se superponen una historia, política, economía y una cultura con raíces entrecruzadas, generando

continuas concurrencias y divergencias que determinan nuestras relaciones.


A través de una selección de artistas del contexto ecuatoriano y español reflexionamos sobre las

diferencias y distancias de estos dos países y sus maneras de hacer. Desde dos realidades alejadas

en el espacio, pero con muchos puntos de similitud, nos enfrentamos a las mismas preguntas. Y más

ahora ante un presente cada vez más universal y globalizado. En definitiva, se trata de explorar a

través del trabajo de artistas contemporáneos las maneras de abordar y reflexionar acerca de un

mismo mundo, tiempo y preocupaciones.


¿Cómo tratamos de abordar los sentimientos y las emociones más íntimas? ¿Cómo reflexionan los

artistas acerca de su propio contexto creativo y las modas o tics que éste genera? ¿Cómo

exploramos nuestro espacio más inmediato y construimos una idea del mundo que habitamos?

¿Cómo podemos entablar un diálogo fructífero a distancias espaciales y temporales inaprensibles?



Pasando constantemente de lo micro a lo macro, desde lo íntimo y personal a la inmensidad de un

mundo y su historia geológica que nos superará, de lo que se trata es de establecer un diálogo que,

desde lo común, aquello que compartimos, pueda superar cualquier limitación y diferencia.



Artistas:


Gabriela Fabre (Guayaquil, 1984). Fabre trabaja desde los afectos, desde la cercanía. La serie

Mobiliario para el consuelo se percibe como una obra íntima y dulce, concebida como objetos

escultóricos que funcionan como prótesis físicas y emocionales. “Estos objetos fueron pensados en

un principio para facilitar y mejorar ciertas posturas que tomaba mi cuerpo (y mi mente) al sentirse

triste, melancólico, nostálgico, cansado, etc. De esta manera, el objeto que se adapta a mi anatomía

suplía, entre otras cosas, hombros, brazos, espaldas ajenas que suelen necesitarse…”

Sin embargo, en las piezas se puede intuir también algo de cinismo. En un mundo distante ¿será

quizás la única opción crear un mobiliario que cumpla funciones humanas? ¿Serán una forma de

hacer un hogar unipersonal donde cada persona solo depende de sí misma?


Lúa Coderch (Iquitos, Perú, 1982. Reside en Barcelona). Las tres obras que se exhiben aquí forman

parte de su reciente proyecto The Girl With No Door On Her Mouth, en el que Lúa Coderch recupera

un personaje que inventó en el 2012 el cual le permite explorar cuestiones relativas a la voz y al

habla. La chica sin puerta en la boca aparece por primera vez en un texto de Anne Carson en el que

ésta habla de la ninfa Eco, a quien se dejó sin voz, pero no porque no pudiera ya emitir sonidos,

sino porque solamente podía repetir lo que otros decían. Es decir, se la privó de la capacidad de

crear un sentido propio. De este proyecto se han seleccionado una instalación formada por un

conjunto de cojines teñidos que reproducen cada uno de los versos del poema de Sylvia Plath “The

courage of shutting up” transferidos a este cuerpo material por medio de la técnica del tie-dye. Se

acompañan de dos piezas en formato audio: Manchas y We can still be friends. The Girl With No

Door On Her Mouth se refiere a la falta de criterio, a la incontinencia verbal y a la posibilidad o

imposibilidad de hablar sinceramente y con sentido para los demás.


Paúl Rosero Contreras (Quito, 1982). Las obras que presenta Rosero Contreras son parte de las

investigaciones que realiza con relación a los espacios geográficos que habitamos, la información

científica y el realismo especulativo, como él mismo lo define. En el video The Opening, un volcán

activo en Los Andes ecuatorianos a 5.900 m de altura es la locación donde se produce el encuentro

momentáneo entre un glaciar, un humano y una máquina. Esta acción conduce a la producción de

una escultura in-situ por medio de la grabación y traducción de la actividad sísmica del volcán. La

máquina, una impresora 3D, transforma una señal invisible en un objeto tangible, como el retrato

de un paisaje elaborado a partir únicamente de sus vibraciones naturales.


Por su parte, Melancholy Sun evoca la mirada desde otro planeta hacia la geografía de la tierra. El

golpe de la luz en el volcán de piedras, devuelve la imagen hacia el exterior –en este caso el reflejo–,

como abriendo un portal. Esa mirada dominante, desde arriba, muestra la perspectiva contraria a

cómo solemos relacionarnos físicamente a esos cuerpos geológicos gigantes, a los que miramos

desde abajo. Esa estrategia de construcción de la mirada política contrasta a propósito con los

planos de The Opening, que buscan una relación horizontal entre la mirada, el sujeto, el paisaje y

la acción.


Pedro Torres (Gloria de Dourados, Brasil, 1982. Reside en Barcelona). All That Melts es una

instalación de gran formato compuesta por varios objetos de diferentes procedencias,

composiciones y utilidad, que cuelgan de un hilo negro formando una retícula en el espacio. Los

objetos son muestras de diferentes formas, tamaños y colores del mundo natural (vegetal, animal,

mineral) y artificial (manufacturados o industrializados). Algunos de los objetos se repiten en

diferentes tamaños o estadios y otros son replicados a través de impresiones 3D.


La instalación procura reflexionar sobre los diferentes tiempos de transformación de lo material a lo

largo del tiempo. Cada elemento tiene un horizonte temporal pasado y futuro y al ponerlos juntos

en una misma situación espacial-temporal se establece un presente común, en el que el tiempo

queda aparentemente suspendido. En la instalación también se hace visible otro elemento

intangible: la gravedad. El equilibrio de todos los objetos independientemente de su peso y tamaño

provoca en el espectador una sensación de levedad que le invita a reflexionar acerca de la constante

negociación entre peso y fuerzas invisibles. El título deriva de la famosa expresión del Manifiesto

comunista “all that is solid melts into air” (todo lo sólido se desvanece en el aire), que hace

referencia a la capacidad del capitalismo de disolver los vínculos sociales en la sociedad

contemporánea.


Cristina Garrido (Madrid, 1986). Con este trabajo, Garrido toma como punto de partida el conocido

collage de Richard Hamilton Just what is it that makes today’s homes so different, so appealing?

(1956). En su obra, Hamilton consiguió articular una escena idealizada del espacio doméstico de la

posguerra a través de una serie de fragmentos (imágenes tomadas de medios impresos)

íntimamente ligados con la nueva cultura de consumo de alcance global que se empezó a gestar

durante esa época. Garrido ejecuta una operación similar; en su caso, dirigida al espacio de

exhibición de arte contemporáneo. Para ello, analizó varias páginas de internet especializadas en

arte contemporáneo y contabilizó una serie de elementos recurrentes en las fotografías de

exposiciones que, a diario, se presentan como parte de sus contenidos: plantas, ventiladores,

piedras, banderas, botellas. El proyecto se interesa también por los “gestos del display”, las formas

cómo se colocan estos diferentes elementos. La instalación incluye un video que muestra las

imágenes del archivo digital que Garrido recopiló durante la investigación y un audio en el que se

pueden escuchar las respuestas dadas por 36 individuos anónimos (entre artistas, curadores,

críticos, galeristas, coleccionistas) a un cuestionario formulado a partir de su análisis taxonómico.

Como en Hamilton, este trabajo conforma una imagen coherente y unificada; una especie de

idealización de exhibición de arte contemporáneo global.


La obra además muta en cada lugar en el que se ha mostrado, adaptándose a los condicionantes

de la exhibición, su espacio y las idiosincracias de cada país. A la vez señala como las imágenes

circulan en este mundo globalizado y crean hábitos similares en una cultura tan fundamentalmente

visual como la nuestra y como lo es el arte contemporáneo actual.


Roberto Noboa (Guayaquil, 1970). Noboa ha llevado siempre su propio rumbo como artista, fuera

de los intereses de su generación. En esta exposición encontramos una relación cercana con el

artista catalán Pere Llobera con quien, sin conocerse, comparten algunos elementos en su

representación, el estilo del dibujo crudo e informal, el gusto por la pintura, un profundo humor

oscuro y un claro sentido crítico hacia las estructuras de poder de la sociedad.


Ya hace algunos años Noboa ha construido sobre esas bases un universo simbólico que varía con

el paso del tiempo. Unos años atrás eran los tenistas, las canchas de tenis o ping pong y los interiores

de grandes mansiones que mostraban un mundo –objeto del deseo– frívolo y deshumanizado.

Volvieron las gallinas tan presentes en su obra de los 90s y aparecieron los venados para mostrar la

presunción permanente de una sociedad nublada por delirios estéticos. Aunque aún aparecen

venados inocentes, poco a poco han sido suplantados por perros, sobre todo perros guardianes

que observan desconfiados, en escenas en las que parecen ser los dueños de los espacios que

habitan, y los pretendidos dueños –los humanos–, sus juguetes. Todos sus trabajos nos muestran

una larga construcción de imágenes que piensan mordazmente una sociedad sumergida en la

banalidad y la superficialidad.


Pere Llobera (Barcelona, 1970). La obra pictórica de Llobera interactúa en la muestra con las del

ecuatoriano Roberto Noboa, que al igual que su par, es una figura de referencia para el contexto

artístico barcelonés más joven, que ha vuelto con fuerza a retomar la pintura para cuestionar sus

temas, técnicas y formas de exhibición. Uno de los detalles que no pasan desapercibidos es, además

de su gran técnica, su siempre mordaz humor, y su voluntad de romper cualquier tipo de limitación

formal a través del uso de un lenguaje, el pictórico, que tal vez sea de los más condicionados por la

academia y la tradición. Llobera la acomete sin tapujos, jugando a la vez que pervirtiéndola. La

autorreferencia y la lucha constante del pintor en y contra su medio son los temas de reflexión

fundamentales.


Kill your darlings retrata a Hitler matando a su perro más querido y recoge el consejo de un amigo

a la hora de tratar de avanzar en su arte. A continuación, dos obras apareadas comentan la época

en la que nos ha tocado vivir que él define como la “edad media tecnológica” en la que todo está

siendo controlado por las grandes corporaciones y en la que el héroe (Superman) decide suicidarse

para dejar de sufrir. En la vitrina contigua encontramos la libreta Autógrafos, que recoge en forma

abocetada algunos temas e ideas que luego convierte en sus obras, y en la que podemos ver al

artista "retratado" a través de su obra, además de poder apreciar toda su versatilidad creativa. Otra

vitrina muestra su pasaporte intervenido en un ejercicio que demuestra su postura siempre

equidistante. Llobera es una figura original y única tanto política como artísticamente. Un apátrida

que sospecha que los restos de la dictadura que atemorizó España durante cuarenta años aún

siguen presentes en el país.


Pep Vidal (Rubí, Barcelona, 1980. Reside en Barcelona). Licenciado en matemáticas, su obra se

interesa por los cambios infinitesimales, infinitamente pequeños, que se producen constantemente

a nuestro alrededor en una cadena caótica y (casi) infinita de acontecimientos que no percibimos.

Cuando nos acercamos a la instalación As a whole, percibimos primeramente una imagen borrosa,

una repetición obsesiva de puntos sobre las paredes. Tras una mirada más cercana, uno se da

cuenta de que estos puntos son en realidad una sucesión de caras sonrientes amarillas, cubriendo

dos lados de la habitación. Cientos de ojos apuntando hacia el centro, mirando al visitante: en este

sistema de coordenadas el espectador, como elemento dinámico, es el foco principal. El punto de

partida de la obra es el impacto que todos nuestros gestos tienen en su entorno y la consideración

de que el espacio que compartimos es un sistema que puede ser modificado, o destruido, con

nuestra


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